El cuarto rey

Artabán llegó tarde al zigurat, sus tres amigos habían partido ya. Al continuar el camino se encontró con un anciano malherido victima de crueles bandidos. Artabán sin dudarlo se puso a atender las terribles heridas mandando a todos sus guardias y escoltas ocuparse de los malhechores. No dejo de estar a su lado hasta que el anciano sanó. Aquel tiempo pasado al borde del camino hizo que los pocos que quedaban de su sequito terminaran disgregándose. Ninguno de los guardias tampoco volvió. Para asegurarse que el anciano no cayese en la miseria Artabán le dio uno de los diamantes que tenia ocultos entre el hinojo. El anciano se lo agradeció con los ojos llenos de lagrimas cuando se despidieron ya que Artabán debía continuar su camino.

Cuando llegó al sitio que había sido marcado por la estrella era demasiado tarde: sus tres amigos y el Rey de reyes ya no estaban allí. Lo peor era que el rey loco, asustado por la profecía, había mandado matar a todos los niños pequeños. Artabán soborno a soldados y oficiales con los rubíes que le quedaban y logro montar una red de transporte seguro que puso a salvo a muchos de los niños amenazados. Su oposición contra el rey fue tan enconada y duró tanto que al final el hombre sabio fue encarcelado. Sus peripecias carcelarias, su escape y la liberación de los injustamente apresados, la posterior búsqueda del Rey de reyes en tierras extrañas y un sin fin de aventuras en las que Artabán no dudaba en ayudar a quien lo necesitara sin mirar en medios son demasiado largas y extraordinarias para ser relatadas aquí. Basta decir que al final de todo encontró en el Gólgota a quien había estado buscando durante mas de tres décadas. Pero era demasiado tarde pues ya había fallecido de un lanzazo. Utilizo sus ultimas piedras preciosas para comprar y liberar a todos los esclavos que pudo. Tras aquello Artabán se sintió terriblemente cansado, era ya un hombre muy anciano que muchas fatigas había pasado. Viendo las cruces el corazón se le paro para no volver a latir mas. Apenado de no haber logrado encontrarse con el Rey de reyes sintió un inconmensurable pesar. El milagro fue oír su voz una vez estuvo muerto. "Artabán" le llamaba. "Artabán no estés triste". "Señor, te he fallado". Le respondió. "No pude reunirme contigo en vida". "Artabán estuviste conmigo cuando ayudaste al anciano, a los niños, a las bestias y a los esclavos, has estado siempre conmigo en tu obrar y ahora vendrás conmigo de la mano a la casa celestial". Y así juntos los dos ascendieron al cielo.   

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