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Mostrando entradas de marzo, 2019

La ultima carga

Repartidos por el refugio habían varios montones de comida con los que   cualquiera podría tener una ultima cena las veces que quisiese.“Por lo menos moriremos con la barriga llena.”Pensó Antonio viendo a sus compañeros comer. Algunos conversaban tranquilamente en pequeños grupos mordisqueando fruta fresca y engullendo caras conservas. De no ser por el polvo acumulado en sus ropas, las heridas vendadas y la desolación general podrían pasar por convidados a una fiesta pudiente. Carlos vino del cagadero con una sonrisa en la cara a pesar de tener un brazo inútil sujetado por un improvisado cabestrillo. Un machetazo casi se lo había arrancado de cuajo. También renqueaba de una de sus piernas herida   por una lanza. -¿Qué cara me tienes amigo? Quiero que borres esa expresión de tu rostro.- Carlos zarandeo a Antonio con su brazo bueno. - Acabo de dejar un pequeño hombrecillo de barro. Vaciar las tripas es uno de los mayores placeres de la vida. Si no has ido a hacer de vientre

vernoslas

Toda su vida estaba en la calle. En cajas de carton y plastico. Jarrones de papel mache y grandes flores de manualidades. Habiamos bajado las cosas del piso, y en lugar de dejarlas en el portal las habiamos sacado a la calle poniendolas un poco lejos de la entrada, en la esquina. Por si venia él. Estuvimos toda la tarde moviendo las cosas y se iba a hacer de noche. Esperabamos una furgoneta que no llegaba. ¿Y si venia él? ¿Que nos haria al ver que habiamos vaciado el piso? ¿Que no seria capaz de hacer? Podriamos alejar las cosas, pero, ¿hasta donde? ¿Donde podriamos ponerlas para que él no las viera si venia? Cuando viniese la furgoneta las cargariamos en ella y las llevariamos a otra ciudad. Entonces si que habrian kilometros de distancia. Tendriamos otro trabajo, empezariamos de nuevo y no tendriamos que vernoslas con él.