Lena voladora
Arrebujándose en su abrigo Lena le
hizo frente al viento. En general el aire solía ser pacifico pero aquel
atardecer amenazaba tormenta. El sol estaba oculto tras oscuras nubes. En el
camino que estaba siguiendo, a la entrada del valle, solían haber corrientes de
aire. En esos momentos eran insoportablemente violentas. Lena no pesaba mucho y
se sonrió pensando en que podría salir volando. El viento era tan fuerte que tenía
que hacer un esfuerzo para avanzar en su contra. Las solapas le palpitaban y agradecía
tener el pelo recogido en un moño.
En un instante se vio levantada
del suelo. El estomago le dio un respingo que se eternizo durante su incesante
ascenso. Grito como una loca intentando agarrarse a algo. A su alrededor solo había
aire. Un viento tan fuerte que la llevaba directamente hacia los nubarrones en
las alturas. Ver la tierra alejándose hizo que se desgañitara hasta quedar sin
aliento.
Se internó entre las nubes negras.
El suelo quedo oculto. Lena intento recuperar el aliento y entonces los rayos
relampaguearon por todas partes. Sus ropas quedaron empapadas. El olor a ozono la
golpeo como un martillo en su pequeña nariz. El vello y sus cabellos quedaron
erizados como los de un gato asustado. La cinta que mantenía recogido su pelo salió
volando. Quiso gritar sabiéndose a punto de morir partida por un rayo, no le
quedaban fuerzas para hacerlo. Algunos relámpagos restallaron tan cerca que pensó
que se le quemarían los ojos. Sus pestañas se rizaron. Entonces oyó risas.
La poderosa corriente de aire que
la impulsaba hacia arriba dejo de hacerlo y ella cayó como un peso muerto. En
un solo segundo de descenso vio pasar toda su vida ante sus ojos. Su infancia
en el campo. El sabor de las tartas de Lita. La escuela de los clerigos. Los
largos y deliciosos veranos en el campo. Vio todas las cosas buenas y algunas
de las malas. Desesperada se dio cuenta que no quería renunciar a nada de eso.
Su caída se freno en seco. La agarraron. Esta vez noto unas manos sujetándola
por los aires. Manos invisibles. Manos echas de aire. Se revolvió
intentando ver quien o quienes la sostenían. No veía nadie. Notaba la presión
en sus axilas, en la parte posterior de las rodillas, en sus pechos.
-¡Eh!
Las invisibles manos sobonas se
retiraron. Lena se cruzo de brazos. Todas sus emociones de miedo iban mudándose
en una especie de rabia.
-¿Quiénes sois? ¿Qué queréis?
Esta vez oyó perfectamente las risas.
Eran al menos tres. Tres seres de aire. La estaban llevando lejos de la
tormenta. Por encima de las nubes refulgían todas las estrellas. El sol se
estaba poniendo y parecía que fuera noche y día a la vez. Lena tuvo arcadas y
por una vez agradeció no haber comido nada desde el desayuno.
-¿Hablamos común?- Lena sintió un escalofrío.
Aquella voz le congelo el alma. Era como una corriente de aire helado
proviniente de una cripta.
-¡Si! ¡SeraAa muy divertidoOoOoO!-
Hablaban entre ellos. El segundo era una ventisca loca. Un vendaval enloquecido.
Lo sentía azotando su cuerpo.
-Por favor.- A Lena apenas le salía un
hilo de voz. Estaban muy por encima de las nubes. Jamás hubiera imaginado que
se pudiera llegar tan alto.- Por favor llevarme a tierra.- Sus lágrimas eran
arrastradas por la corriente conforme asomaban a sus ojos.
- No
pierdas la cabeza. Quedase de una pieza.- La tercera voz cantaba.
- Por favor. No os he hecho nada.
- SOLTEMOS LA YA. QUE CAIGA. QUE REVIENTE LA CARNE.- Aquella voz de ultratumba le hubiese erizado el pelo si no lo
tuviera ya de esa manera después de haber atravesado la tormenta.
- MoOrir clAroO que lOoo haAra. PeEeroO
aAnteEsS cOon EellAa queEreEEmoOs JugAAAAAr.
-Oh
Oh Oh Una puta para cien se reblandece bien.
Aquello era parte del estribillo de una
canción pirata. Lena la había oído
cantar al celador de Razlaba. La letra era insoportablemente soez.
Su trayecto aéreo quedo interrumpido.
Los vientos soplaban a su alrededor y entre ellos. Parecían estar hablando con
silbidos y ululantes palabras desprovistas de vocales. Su penosa marcha se vio
reanudada a mayor velocidad. Al parecer con un objetivo concreto. Sus intentos
de hablar quedaban silenciados por las fuertes ráfagas de viento.
Tras una eternidad donde Lena se
preguntaba qué demonios había hecho para que le ocurriese esto llegaron a una
extraña nube solitaria. Era muy plana. Gris, grande como un estadio y con una
extraña forma. “¿Parece una silueta humana?”
Los vientos la arrojaron hacia ella. Lena grito y noto como ya le dolía
la garganta. Cayó sobre la nube pero no la traspaso. Era como hierba mullida
pero todo de algodón sucio. Los vientos reían dando círculos por encima suyo. Incorporándose
Lena logro ponerse de pie. Se ajusto el abrigo e intento arreglarse el pelo que
estaba hecho un completo desastre. Intento mantener una mirada desafiante.
-MiIraAlaaa. LaA chicAa tieEnee
caractEER.- Ante sus ojos se formaron decenas de remolinos que arrastraban
pañuelos, briznas de paja, prendas y sombreros. Con una vertiginosa velocidad
confluyeron para crear una silueta humanoide que se planto delante de ella. Era
como un espantapájaros de cara vacía. Con ademanes de chiflado bailo una
pequeña jiga. – En tu idioma me llamaría Fermizobendun. Pero puede que me
conozcas como el viento de Khartum.
-¿El viento de Khartum?- Se contaba que aquella ciudad estaba tan expuesta a los vientos que
la gente enloquecía y acababa suicidándose saltando desde sus altos puentes.
-¡El mismo que viste, calza y lleva
sombrero!- Dando vueltas sobre si mismo Fermizobendun danzaba sobre la nube en
la que se mantenían. Una explosión encima de ella desvió su atención. Se había
formado una bola de fuego en el aire. De su centro surgió una calavera
recorrida por chispas. Los rayos se entrelazaban y crepitaban formando una silueta.
Los huecos de los ojos parecían escudriñarla. La mandíbula se movió y la voz gélida
le hablo.
- NO MERECES SABER MI NOMBRE HEMBRA
ESTÚPIDA. ASI COMO YO NO QUIERO SABER EL TUYO.
-¡Me llamo Lena!
La calavera se ensombreció. Su brazo de
formado por rayos, cuyas chispas parecían músculos desnudos pulsantes, se alzó
apuntando a Lena en un gesto cargado de amenaza. El viento llamado Fermizobendun,
apresuradamente se interpuso entre los dos.
-¡Hermano! No acabes la diversión tan
pronto. Freírla no era lo convenido. Disfrutaremos mucho mas viéndola caer.
-Yo
me la quiero follar, por delante y por detrás.- El tercero de ellos se
materializo como un ser compuesto de exclusivamente de aire. Un hombre
musculado, desnudo y con una tremenda erección.
Fermizobendun y Cráneo se miraron entre
ellos miraron el miembro viril de su compañero y se volvieron a mirar entre si.
-¿Qué?
- Quiero follarme a la hembra humana.
- VENTOLINO.
HAS ESTADO DEMASIADO TIEMPO SIENDO UNA CORRIENTE DE AIRE EN TABERNAS DE MALA
MUERTE Y BURDELES DE PEOR REPUTACIÓN. HAS ADQUIRIDO LA LUJURIA HUMANA.
- ¿Me
lo dices tú que pones en tu cabeza la calavera de un mago? Un mago humano. Así es
como has aprendido a lanzar conjuros y tener todas esas premoniciones ¿Verdad? No tienes reparos en saquear las
tumbas de aquellos que desprecias.- Los ojos de aire se encararon a las
cuencas vacías.
-¡Hermanos! – Fermizobendun sin dejar
de bailar se interpuso entre los dos.- ¡Nosotros somos hermanos, no debemos
pelear! Todos tenemos afición por los humanos. A mí me gusta verles caer. Y a vosotros
también ¿A que si?
- Yo
quiero tirármela antes de que la vayamos a tirar. Total ¿Qué más da?
-¿Qué más da hermano?
La calavera asintió. Los tres miraron a
Lena y ella se arrebujo en su abrigo dando un paso atrás quedando al borde de
la nube. Ventolin avanzo hasta ella con su falo apuntándole directamente. La
agarro mientas los otros lo jaleaban. Ella forcejeo gritando por auxilio. Ventolin mucho más fuerte que ella le agarro las solapas del abrigo abriéndoselo
violentamente. Un botón salió despedido hacia el vacio.
-¡Mi botón!- Lena propino utilizo todas
sus fuerzas en una violenta patada en las partes de Ventolino. El viento cayó doblándose
sobre sí mismo. Retorciendo de dolor exhalaba maldiciones entrecortadamente. Lena
lo contemplo con desprecio. Completamente erguida se encaro a sus otros dos captores:
-Vais a recuperarme ese botón de abrigo
antes de que toque el suelo.- Los ojos de Lena relampagueaban de ira. – Me resulto
muy difícil encontrar un botón de hueso que quedase bien con los demás.
Los vientos se quedaron como estatuas.
Un chispazo restallo en el cráneo reaccionando y dirigiéndose a su compañero:
-FERMIZOBENDUM VUELA A POR EL BOTÓN DE
LA SEÑORITA.
-¿Qué?
- VUELA
YA A POR SU PUTO BOTÓN.- El aire de Khartum obedeció deslizándose por el borde.
Querosostias, como se llamaba el viento
que usaba el cráneo de un muerto como cabeza, había tenido una premonición súbita.
Muerte para él y para sus dos compañeros si hacían daño a la humana. Muy
despacio agarro a Ventolin y la aparto de ella. La chica y la calavera
mantuvieron su mirada interminablemente. El tenso silencio se quebró cuando Fermizobendun
regreso. Dando un giro sobre si mismo arrojó a las manos de Lena su apreciado botón.
-Gracias.
-Señorita no hay de que, espero que lo
disfrute bien.- El viento de Khartum dejo de bailar dirigiéndose a
Querosostias: - Hermano. Lo he visto. Viene hacia aquí.
-¿VIENE ÉL?
- Así es. Él.
- ¡EXCREMENTOS TERRAQUEOS! ¡VENTOLIN
LEVANTATE!
El atronador rugido de lo que pareció
una trompeta estremeció a los cuatro seres posados en la nube. Ante ellos se
presento tornado inmenso cuya altura no alcanzaba la vista. La violentísima
fuerza de sus giros podía reducir a añicos a todos ellos en un instante. Ensordecedoramente
el tornado estuvo girando durante lo que a Lena le pareció media vida. Se sintió
inspeccionada detenidamente por aquella monstruosidad de violencia pura.
Intento arreglarse el pelo. Había perdido su cinta, era inútil. Además
probablemente moriría en breve.
El tornado giraba cada vez mas
despacio. Fue encogiéndose y alterándose para quedar transformado en un hombre
completamente azul. Vestía del mismo color y llevaba los ropajes de un
soberano. Su cuerpo estaba perfectamente proporcionado con unas sus facciones
inhumanamente divinas. Querosostias, Fermizobendun y Ventolino se postraron ante
él a una orden muda. Lena los imitó quedando de rodillas. Casi desplomándose de
puro agotamiento. Contemplo la situación a través de su enredado cabello. Los
seres aéreos hablaron en aquel idioma de silbidos y aullidos de viento. Los
cortos y secos interrogantes del monarca azul fueron respondidos por lo que parecían
suaves disculpas de los raptores de Lena. A una orden suya los tres salieron
volando a toda velocidad perdiéndose de vista. Lena sintió un ligero de alivio,
aunque seguía estando en una nube a miles de pies del suelo. Ahora tenía
aquellos ojos azules enteramente clavados en ella.
-Levántate Lena ¿Es así como
se pronuncia tu nombre?
La chica se incorporo sujetándose los
bordes de la falda. Ejecuto ante él lo que esperaba fuese una reverencia
correcta.
- Así es majestad.
Él le sonrió. Sus dientes eran azules. Detrás
de el asomo una pequeña una figura. Un niño pequeño, regordete y de brillante
piel también azul. Parecía muy concentrado en algo. Su pequeño entrecejo estaba
fuertemente fruncido.
- Le pido disculpas en nombre de mis
subordinados Lena.
-Si. Majestad.
-Bien. Permíteme por favor.- El hombre
azul se le acerco. Alzo sus simétricas manos y las puso a ambos lados de su cara.
Lena no sintió miedo. Noto un brusco golpe de aire y notó que estaba
perfectamente peinada. No pudo evitar sonreírse.
- Srta. Lena es usted preciosa.
Absolutamente. Le reitero mis disculpas. Aunque en verdad aquellos tres no tenían
culpa sino mas bien mi hijo aquí presente.
Lena boquiabierta contemplo al niño
pequeño. Los mofletes se le marcaban
especialmente al tener apretada su pequeña boca. La miro a ella suplicando una
disculpa con los ojos entrecerrados por el esfuerzo que mantenía. Volvió la
vista hacia el padre con su carita contraída como si no pudiera respirar. El
monarca asintió ligeramente. El niño aliviado abrió la boca saliendo un
vendaval de ella. Pareció hincharse gradualmente perdiendo la forma humana y tangibilidad.
Al final apenas se podía reconocer su silueta flotando al lado de su padre. Voló
alrededor de él y también dio una vuelta en torno a Lena. A ella le pareció
escuchar un susurro apenas articulado. “Perdóname”. Tras ello abandono la nube.
- Es solo un niño Srta. Lena. No sabía
lo que hacía cuando la ha arrebatado a usted de la tierra. No conoce todavía la
Regla.
- ¿La Regla? Majestad
- Si. La Regla de no interactuar con
los seres terrestres. Los tres elementales de aire que has visto y querían,
ejem, disponer de ti se han aprovechado de la inocencia de mi hijo pequeño.
Seguramente le has recordado a su madre.- El monarca clavo su mirada en ella.
Lena se sintió desnuda. - Ella ya no se encuentra entre los vivos. Ese es el
motivo que llevo al pequeño a llevarte por los aires. Sin embargo una vez estas
en el reino de los cielos nada impide que los vientos hagan contigo lo que
quieran. Por ello te arrebataron de sus manos y te trajeron hasta aquí.
Afortunadamente mi pequeño me aviso y vine tan rápido como pude.
Él guardo silencio contemplándola incómodamente.
Lena tenía muchas preguntas y objeciones. Pero no quería arriesgarse a enfadar
a aquel ser.
-¿Porqué esta nube nos sostiene?
Majestad.
-¿Porqué? ¡Ah! ¡Jajajaja! Esta nube es
el cadáver de un elemental de aire muerto. Flotan por los cielos para siempre
como nubes solidas. Tendrías que ver mi palacio.- El Aire dio un paso hacia
ella. Sus ojos completamente azules parecían tener torbellinos en su interior,
su aliento era como la brisa de primavera. –Lena: ¿Quieres que te lleve a mi
palacio? Hay maravillas incontables en su interior.
- Solo quiero volver a mi casa
majestad.
- ¿Estas segura de ello? Esto es una
oportunidad irrepetible humana.
- Si. Majestad, por favor, déjeme ir.
El rostro de él durante un instante se
deformo en otra cosa, algo inhumano. Fue apenas un parpadeo. Recuperada su cara
de perfecta simetría se limito a suspirar.
- Como desees.- Con un leve gesto de su
mano levanto un ventarrón que expulso a Lena de la nube al vacio. Otra vez. En
esta ocasión no grito. Se había dado por muerta demasiadas veces ya en aquella
jornada.
No estuvo cayendo mucho tiempo. Unas
poderosas garras la cazaron al vuelo enganchándola por su abrigo. Una enorme
ave que no pudo identificar pero que olía como un gallinero sucio la fue
llevando volando en círculos descendentes hasta el suelo. Hasta unos cuantos
metros de el ya que la soltó sin miramientos. Lena aterrizo levantando una nube
de polvo. Parecía estar de una pieza.
Sin importarle la suciedad beso la tierra mientras reía histérica e
incontrolablemente.
Anexo:
La
visión de Querosostias
Lena es violada por Ventolino y arrojada
al vacio para disfrute de Fermizobendun. El Aire la rescata antes de que eso
pase. El fulgor de los ojos de ella no se apaga. No hasta que ella yazca con el
Rey Elemental. El fulgor de los ojos de ella no se apaga. No hasta que influye
en las decisiones del soberano. Pasan los años y ese fulgor sigue. Llega un
momento que ella toma las decisiones por él. De esa manera Ventolino el primero,
Fermizobendun después y finalmente el mismo, Querosostias, mueren para acabar
siendo parte del mobiliario del Palacio en los Cielos. Y solo es entonces
cuando por fin se apaga ese brillo de rabia en los ojos de la humana.
Hace tiempo que lo leí y me sigue pareciendo increíble cómo te transporta y te hace flotar con el personaje muy bueno recomendado
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