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Mostrando entradas de agosto, 2017

El gato no esta triste ni azul

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Hay una hora magica en la que los rayos del sol entran a traves de la ventana. En esos momentos nada me puede agradar mas que recibir en mi pelaje todo ese calorcito. Cuando estiro mis patas y alargo mi cola, los grandes piensan que estoy sonriendo. No es así, como sonríe un gato. Tenemos nuestras maneras. En mi casa los grandes  discuten en voz alta por todo y yo tengo que hacer gala de una gran paciencia para soportarlos. El piso donde vivo no es muy grande y aunque me esconda en los más recónditos recovecos, ya sea en los huecos del sofá o bajo la cama en la habitación del fondo, mis excelentes orejas me permiten escucharles aunque no sea mi deseo. Los gritos entre la hembra y el macho grandes a veces hacen referencia a mis apreciados excrementos. ¿Acaso no saben, ignorantes, que el arenero es mi jardín zen particular? La disposición de mis deposiciones obedecen a un patrón de belleza y simetría que nunca llegaran a apreciar. Sin contemplaciones de ningún tipo destruyen mi obra sin