12-7-3624 Sesión 33 "En el segundo nivel de la Bajomontaña"

Desatrancaron la habitación donde se habían tomado un descanso bastante largo y volvieron sobre sus pasos. Regresaron al mercado de los trasgos. La enorme estancia estaba rebosante de todo tipo de criaturas. Ademas de los numerosos trasgos que atendían en los puestos habían troles azules, siniestros barbatentaculos, embozados que podrían ser cualquier cosa y docenas de pieles verdes y de chapos tuneleros. Unos guardias, trasgos también, vigilaban un acceso hacia el este. Les preguntaron que había al otro lado y si podían pasar. Les respondieron que seguían ordenes de Yek y que Yek no queria que nadie cruzase esa puerta.

"Yek el alto" Apuntillo un hombre repantingado en un asiento de piedra al fondo de la enorme sala. Le rodeaban mas de una veintena de trasgos jugando a dados, desplumando gallinas, untando los filos de sus armas con alguna porqueria o mirándoles directamente. Un grupo de estos últimos se acerco a ellos y a los guardias de la puerta.

- Hey forasteros: ayudadnos.- Dijo el trasgo que parecía mas espabilado.

Linda Comecorazones respondió a eso enarcando una ceja. A poco de tener algo de ascendencia sangreverde aquello era todo una muestra de emoción. Lo normal en esa gente es mantener el ceño fruncido en todo momento, desde el nacimiento hasta la muerte.

Con un tono mucho mas bajo les explicaron que Yek, el que constantemente les decía que era "el alto" era trasgo como ellos pero merced a la magia de la diadema que ceñía se había transformado en un hombre y estaba flipando mucho con lo de ser mas alto.

Al fondo de la sala Yek les había dejado de prestar atención. Había puesto a media docena de trasgos en fila y pasaba delante y detrás de ellos pegándoles en la cocorota al grito de "Yek el alto". Como les estaba pegando con una gran pata de gallina no parecía que fuese a cansarse pronto.

Sombra de Sadoul se fijo en el brillo de la diadema que Yek llevaba en su cabeza. Magica o no era tan valiosa como la que podría llevar una princesa de la Capital. Se dio cuenta que cuatro bichosos estaban a un lado del trono  de piedra. Al parecer jugaban a un juego de mesa sentados en el suelo.

Los trasgos querían que el grupo le quitase, por la fuerza, la diadema a Yek. Ningún trasgo se opondría a ello.

- ¿Y que sacamos nosotros con ello? - Pregunto Doroteus el clérigo del blanco. La aptitud de Yek no le causaba ningún tipo de simpatía, pero siendo trasgos como eran: varones todos ellos, encontrándose donde se encontraban: en el segundo nivel de la Bajomontaña; no hacia falta ser un genio como pudieran serlo los artistas de lo arcano para saber que esos trasgos que usaban veneno han tenido un pasado con no pocas acciones malvadas. Si el blanco ha sido misericordioso y no han hollado la superficie puede que las cometieran contra otras criaturas que se comportaban de manera tan malvada como ellos. Sin embargo eso no restaba el hecho de que fueran acciones malvadas. La manera mas efectiva e inmediata de compensar dichas felonias seria algo valioso que pudiese empeñarse para hacer donaciones al orfanato de guerra de Talamonti.

- Quedaros vosotros la diadema magica. - Dijo en un susurro el trasgo que tenia mas cara de espabilado. - Debeis llevárosla porque ...- El trasgo cerro la boca mientras ordenaba sus pensamientos.

-¿Es valiosa Sombra?- Le pregunto Doroteus al joven pícaro.

- Yrrarreff nos podría pagar no menos de mil piezas por ella.- Contesto Sombra con un susurro mas bajo que el que había empleado el trasgo para dirigirse a ellos.

-¿Quien? ¿Gaguef?¿Que dices? - Pregunto Doroteus tocándose la oreja.

- El chepado.- Aclaro Sombra.

El clérigo cayo en la cuenta de a quien se refería el joven. El jorobado con nombre impronunciable que compraba, vendía y coleccionaba cosas valiosas. Si Sombra decía que les daría mil seguro que seria porque él la podría vender la diadema por cinco mil. Mil estaba muy bien y si resultaba tener alguna propiedad mágica a buen seguro que les pagaría mas. Con esos dineros tal vez los huérfanos podrían comer carne este mes.Todo el grupo de aventureros aguardaba su señal para actuar.

- Porque nosotros no tenemos suficiente sabiduría para manejar la diadema mágica y es motivo de discordia entre nosotros. - Termino de explicar el trasgo que había estado pensando en el motivo todo este tiempo.

- ¡Esta maldita! - Grito otro de los trasgos. El que tenia cara de espabilado le dio un bofetón en la boca. Se angustio por un momento hasta que vio como el grupo de aventureros se encarrilaba hacia Yek (el alto) como una maquina de combate bien engrasada. Se abalanzaron sobre a Yek para arrancarle la diadema de que sujetaba sus grasientos cabellos. Este pidió ayuda a gritos y los trasgos se levantaron en armas. El de la cara de espabilado y su grupo corrieron hacia ellos gritando las intenciones de los aventureros. Los trasgos retrocedieron dejando solo a su suerte al que era su jefe. Seis de ellos sonreían acariciándose sus doloridas cabezas, uno de ellos le pego tremenda patada a la pata de pollo enorme que estaba tirada en el suelo.

- ¡Bichosos mercenarios ganaros el jornal! ¡Venid a mi! ¡Ayudadme! - Se desgañitaba Yek. Su voz cambio haciéndose mas aguda al transformarse a ojos vista de lo que podría ser un hombre no mal parecido a un goblin de cara arrugada y cruel cuerpo diminuto. La diadema era mágica y ahora la tenia Doroteus en la mano, contemplo como brillaba un instante antes de guardársela en el zurrón.

Los cuatro enormes bichosos dejaron a regañadientes el juego de mesa al que estaban jugando. Con un poco de suerte podrían espantar a los forasteros y volver a jugar si ningún trasgo les movía las fichas. Agitaron sus terribles mazas de hierro con furia pero los forasteros se emparejaron con cada uno de ellos. La pelea era inevitable.

Malatez, el mago de combate, acerco su cara a la del bichoso. Se tuvo que poner de puntillas para poder rozar con su nariz el hocico de la criatura. Lanzando multitud de esputos y con la boca muy abierta se desgañitaba gritando "¡Mirame!¡pero mírame!" El bichoso estaba muy confundido. ¿Estaba haciendole magia ese hombrecillo esmirriado? Llevaba hombreras y un tocado con cuernos como los magos poderosos, pero ¿eso era hacer magia? Miro a sus compañeros preguntando con la mirada que tenia que hacer.

El mas grande de los bichosos sonrió cruelmente alzando su enorme maza como respuesta, iba a estampar toda esa mola ferrosa en la cara de la semiorca que tenia delante. Una lastima pero le habían pagado por ello.Un silbido le distrajo, los oídos le zumbaban. Sintió un gran mareo y unas enormes ganas de vomitar pero era imposible hacerlo. Su cuerpo decapitado estaba abajo, sangrando como un cerdo en la matanza y alejándose por momentos. No. Ahora era una cabeza sin cuerpo que volaba por los aires hasta el techo.

Linda Comecorazones sostuvo su hacha de batalla en el aire en el punto donde había terminado de segar la cabeza de su oponente. Había sido un golpe magnífico. Siguió la trayectoria de la cabeza del bichoso que golpeo contra el techo rebotando para aterrizar sobre uno de los puestos trasgos desmantelando con gran horror para estos. Luego miro a los compañeros del cuerpo que se desplomaba con el ceño mas fruncido que de costumbre. Los tres bichosos restantes bajaron las armas, recogieron el tablero y las fichas y se largaron. No nos pagan para esto explico uno de ellos sin dirigirse a nadie en concreto antes de irse.

Yek el ya no tan alto y los trasgos comenzaron a discutir. Sin mediar mas palabra el grupo de aventureros se fue en dirección opuesta a donde se habían ido los bichosos, no sin vigilar detrás de sus espaldas. Ahora no había ningún guardia en el acceso este.

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