El oso y el fuego

Dedicado al maestro juguetero

La cara del osito de peluche estaba quemada. Los ojos de plástico se habían derretido y al enfriarse parecían dos pasas chafadas. El resto de la cabeza se deshilachaba con el relleno amarillento saliéndose entre los bordes carbonizados.

- ¿Esta segura que quiere arreglarlo?- El artesano fruncía el ceño ajustándose las gafas. - Mire señora no me gusta decir esto, pero creo que seria mucho más fácil y económico conseguir un osito idéntico a este nuevo.

El maestro juguetero estaba acostumbrado a reparar piezas antiguas. Juguetes de la infancia de ciertos padres que querían que sus hijos disfrutaran en la actualidad.  Coches y robots de hojalata, caballitos y soldados de madera, guiñoles y muñecas con vestidos de tela. Aquel peluche quemado seguía saliendo en los anuncios de televisión. El tiempo que dedicase a ese juguete les costaría mas a los padres que conseguir uno a estrenar.

- Tiene que arreglar este, no importa el precio.- Dijo la madre. - Mi hija tiene tres años y es su juguete favorito. Lo llevaba la otra noche, con la chimenea encendida, estaba bien alimentada y el fuego era tan fuerte que nadie podía estar a tres metros de ella. Sin embargo mi hija salió corriendo, tropezó y cayo de boca dentro de las llamas. Las chispas saltaron y todos corrimos alarmados a sacarla de allí.

La madre se aferro a una de las mesas llenas de juguetes, antes de continuar.

- Ella llevaba el oso en brazos y no le paso nada. El daño se lo llevo el juguete y por eso le pido oír favor que lo arregle.

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