El Gran Árbol

 


1

Querido diario:

¡Por fin me he atrevido a dar el paso! Muy pronto me reuniré con mi autentica familia. Me esperan en lo que será mi nuevo hogar. Apenas puedo esperar para desvirtualizar a Silvia, Ainara, Miguel Ángel y todos los demás. He seguido sus acertados consejos, en las conversaciones que teníamos por internet, para irme de la desafortunada casa en la que residía con mis tóxicos parientes biológicos.

No me he despedido de nadie, ni tampoco he dejado ninguna nota. Me he asegurado muy bien de que no me puedan buscar. Me siento tan liberada de haber roto todos los lazos con mi nefasto pasado que no quepo en mi de alegría. Una no puede elegir a sus parientes, pero si puede escoger dejarlos atrás como he hecho yo.

Escribo en el autobús que me llevará a las cercanías de (tachado). Cuanto mas me adentro en esta preciosa región, mas maravilloso me resulta el paisaje. Los millones de olivos que me rodean me transmiten una paz que jamás hubiera podido conocer en la sucia ciudad donde residía.

2

Todas mi expectativas han sido superadas por la acogida tan cariñosa que he recibido. Silvia, mi nueva hermana, me esperaba y me ha llevado de la mano, literalmente, enseñándome las instalaciones y ayudándome a acomodarme en mi nuevo espacio. Me han reservado un encantador rincón en una antigua cuadra reformada para ser habitable, aún puedo oler el intenso aroma que dejaron los caballos que antes estaban aquí . Para ir a los aseos comunes hay que salir al patio trasero. Es todo tan rustico y emocionante, no cabe duda que mi aventura ha comenzado. Estoy tan excitada que he acabado subida arriba de una olivera que hay en una de las esquinas del patio. Por la noche podía dormirme y he seguido el impulso de subirme, como cuando era niña y he traído el diario conmigo. Escribo a la luz de la luna creciente ¿He dicho ya que no quepo en mi de felicidad?

3

Han pasado varios días desde que escribí aquí la ultima vez. Parece que haya pasado una vida entera, de hecho se podría decir que yo misma soy otra persona, ahora me llamo Lía. En ese tiempo transcurrido han pasado un montón de cosas, no sé si seré capaz de poner por escrito lo relevante que ha sido todo para mi.

Al día siguiente de mi llegada, como ya me habían explicado previamente por internet, efectué el ritual iniciático. Me siento orgullosa de haberlo pasado con éxito. En primer lugar me despoje, siempre voluntariamente, de todo objeto material que llevaba conmigo, mis cadenas con el pasado. Mi equipaje, mis mudas, mi teléfono móvil y hasta de toda la ropa que llevaba puesta. Todo ello fue quemado delante del Gran Árbol.

El Gran Árbol es absolutamente impresionante y no por su descomunal tamaño o su aspecto hinchado con su lisa corteza de tonos rojizos. Es una entidad viva por si misma, su presencia se hace de notar. Por él han pasado miles de años, ya era viejo cuando el mismo Jesucristo aún no había nacido. Durante muchísimas décadas, siglos enteros de existencia, ha ido acumulando una sabiduría ancestral. Unos conocimientos que van mucho mas allá de lo que podamos comprender los humanos. Los humanos normales como pueda ser yo.

Pero Miguel Ángel (¡Miguel Ángel es absolutamente arrebatador, por fin he podido conocerlo en persona) esta hecho de otra pasta. Miguel Ángel es la voz del Gran Árbol y es capaz de interpretar y transmitir esos conocimientos a todos los demás. ¡Es tan generoso y especial! Ha sido el artífice de este paraíso en la tierra. Él hizo posible este refugio contra la iniquidad humana. Él ha podido organizar esta forma de vida ajena al dinero, a las apariencias, al consumo de venenos (todos los alimentos procesados lo son) y a las obsoletas relaciones humanas. Aquí todos somos una familia de verdad cuya máxima premisa es el amor que sentimos y manifestamos unos con los otros.

Algo que pude demostrar en el ritual poniendo así de manifiesto mi compromiso con la comunidad.

Tenia pensado escribir acerca de Silvia, Ainara y tantos mas hermanas y hermanos. Son unas personas maravillosas y amabilísimas. Todos trabajamos con ahincó y entusiasmo para mantener nuestro paraíso particular. Pero el sueño me vence y no me gustaría caerme. Al salir al aseo he vuelto a subirme en lo alto de la olivera del patio. No me acordaba que me había dejado el diario aquí, por eso se salvo de la quema.

4

Casi me vuelvo a olvidar otra vez de este diario, arriba de la olivera. Vuelve a ser luna creciente. Como dijo Miguel Ángel, la voz del Gran Árbol, mis manos han dejado de sangrar. Al no estar acostumbrada a los trabajos manuales se me llenaron de heridas pero ya se me están saliendo callos. Con ellos podré trabajar con mas ahincó aun por esta comunidad. Miguel Ángel, la voz del Gran Árbol, hizo un paradigma con mis incipientes callos. El duro trabajo en el campo, algunos de los rituales que hacemos, nos pueden causar dolor. Pero a la larga nos endurece y prepara para poder acometer empresas mayores, como pueda ser mismamente la sostenibilidad de esta maravillosa comunidad.

5

Escribo a la luz de otra luna creciente, no sabría decir cuantas han pasado desde la ultima vez. Los días y las noches, el frio y el calor es todo algo relativo. Ya no tomo nada de eso en cuenta, La UNICA VERDAD, lo que realmente importa es servir al Gran Árbol y su voz es la de Miguel Ángel.

6

No sé si es otra noche o es la misma en que escribí lo anterior y me he quedado dormida y no me he caído desde aquí. He descubierto que arriba de esta humilde olivera es donde estoy realmente bien. Pensaba que estaba absolutamente feliz y realizada sirviendo a la comunidad pero es aquí donde encuentro la autentica tranquilidad.

Abajo, con la comunidad, es como si tuviera un susurro incesante en el interior de mi cabeza. Sé que es la voz del mismísimo Gran Árbol su presencia es omnipotente. Mi cuerpo, mi carne y mi sangre le pertenecen. Ya sé como terminaré sirviéndole de alimento cuando las fuerzas me fallen.

Sin embargo dejo de percibirlo cuando me subo en esta humilde olivera, mucho menos imponente pero mucho mas cercana para mi.

7

He soñado que la olivera hablaba conmigo, mi humilde olivera, no el omnipresente Gran Árbol. La olivera tenia una voz tan suave como la tierra mojada después de la lluvia. “No estas sola, no tienes que sacrificarte para nada ni nadie”. “Tienes toda una vida por delante para ser tú misma, es posible que no siempre encuentres buena gente en tu camino, pero no por ello tienes que renunciar a todo. Respeta a los demás y sobre todo respétate a ti misma”.

«El que tú conoces como Gran Árbol no siempre fue así. Proviene de los tiempos en que la madera no podía morir, antes de la llegada de los que cambiáis de sitio. Entonces habían muchos mal como él pero cuando llegó tu gente los uso a casi todos para guarecerse, mantenerse calientes y construir herramientas. El Gran Árbol no quiso compartir ese destino y de alguna manera logro introducirse en los pensamientos de hombres y mujeres. Nosotros estamos enraizados a un lugar físico concreto pero nuestras mentes no tienen esas ataduras, ahora mismo estamos en el mismo lugar mental. Tú, yo todos somos iguales ante la mente universal. ¿El Gran Árbol también? El Gran Árbol también.

La olivera tenía razón, podía notar como mi conciencia se mezclaba con la suya en un entramado de ramas que se hundían en el cielo y raíces que ascendían por la tierra. El tiempo no tenia importancia al notar todas las estaciones ocurriendo a la vez sobre mi piel, mi arrugada corteza acariciada por los vientos de miles de años.

Pero no quiero que los demás acaben así. No quiero que esto continué. Están engañándolos, nos están engañando. ¿Cómo te puedo ayudar?

Lía se sorprendió así misma hablándole a la conciencia de la olivera que estaba con ella. Ella quería ayudar y ella quería ayudar. No eran dos, eran una. ¿Cómo me puedes ayudar?

Baja a mis raíces y allí encontraras un tubérculo que…”. Aquí la olivera hizo una pausa, como si estuviera haciendo un esfuerzo. “Como una patata pero que he logrado que sea de color azulado. Es muy delicado, tratarlo con cuidado y evita que golpee a ninguna cosa, se rompería y entonces no nos serviría de nada. Lo único que tienes que hacer es dejarlo entre las raíces de aquel a que llamáis Gran Árbol.”

Lía no sabia como podría llegar a hacer eso. Siempre había gente alrededor del Gran Árbol. Ahora sabia que era lo que estaban comiendo, sabias lo que estaban comiendo, y aquello le revolvió el estomago. Pero en cualquier manera supo que era algo que no podía dejar de hacerlo.

Armándose de valor descendió al suelo. Al tomar contacto sus pies descalzos con la tierra se sintió especialmente indefensa y desvalida. El cortante viento de la noche parecía rasgar su piel expuesta.

No te preocupes por nada Lía, tu haz lo que te he dicho. Todo saldrá bien”.

Lía rodeo el patio como un ladrón en la noche, llegando a donde estaba el Gran Árbol. Habían muchas figuras postradas ante él, la mayoría dormidas después de sus execrables practicas. Las que estaban incompletas no respiraban. Le pareció que sería sencillo atravesar el espacio sin tocar a nadie. Y lo hubiera sido de no ser por la presencia.

El inflado tronco rojiceo del Gran Árbol ocupo todo su campo de visión como un ojo globular gigante concentrado en ella. Como el ceño rabioso de alguien justo antes de aplastar asqueado una cucaracha. Se sintió insignificante mientras notaba como unas fibras enloquecedoras se infiltraban en su cerebro. Los alambres de espino al rojo quemaron su conciencia mientras le repetían de una manera obsesiva que no tenia secretos para el Gran Árbol. Tuvo la impresión de que sus ojos se licuaban en sangre empapándole las mejillas pero de alguna manera logro escuchar una segunda voz mental. Alguien que le resultaba familiar.

Es mentira”.

Era la olivera, no la había dejado sola. Estaba con ella y la estaba protegiendo. El Gran Árbol también la notó y en un instante toda su aptitud cambio. Toda su aptitud amenazadora, su poderío, se torno en un miedo inhumano. Lía observo con asombro que, sin hacer nada de viento, las ramas del Gran Árbol empezaron a agitarse. Incluso las raíces se desgajaron de la tierra en temblores de pánico absoluto. Aquello era tan contra natura que por un momento Lía se quedo petrificada, incapaz de moverse.

Aquellos aspavientos antinaturales produjeron suficiente ruido para que todos los cuerpos postrados empezasen a revolverse y a querer incorporarse. Lía salió de su estupor y corrío hacia las raíces del Gran Árbol, a donde le había dicho la olivera. Docenas de manos intentaron atraparla pero ella pudo ser mas rápida esquivando todos los agarres. En el ultimo tramo saltó introduciendo el tubérculo azul entre las raíces justo antes de ser cogida por los de la comunidad. La cosa reventó mostrando una mirada de gusanos que de inmediato se pusieron a morder todas las raíces. El alarido mental que escucho fue ensordecedor pero lleno de alegría a Lía. Las manos que la retenían la soltaron de inmediato. A ojos vista el Gran Árbol dejo de serlo desinflándose a toda velocidad como si fuera un gigantesco globo perdiendo aire. Todos los acólitos de la comunidad se retorcieron dejándole el camino libre.

Corre Lía, corre”.

Y eso hizo la muchacha alejándose de aquel sitio para no volver nunca mas

Comentarios

Entradas populares de este blog

Lena voladora